dilluns, 13 de juliol del 2009

Breve pseudohistoria de la antitauromaquia en forma de citas

El toreo a pie, tal como lo conocemos hoy en día, surgió en el siglo XVIII cuando la nobleza abandonó las plazas y el toreo a caballo. Al contrario de lo que frecuentemente se cree, el toreo tuvo detractores desde un primer momento.

No falta razón, que esta fiesta bruta
sólo ha quedado en España,
y no hay nación que una cosa
tan bárbara e inhumana
si no es España consienta.
Félix Lopez de Vega, escritor español (1562 - 1635).

Las fiestas de toros son indignas de un pueblo civilizado y los extranjeros asistentes a dicho espectáculo se hacen cómplices de la barbarie española. Son fiestas reprensibles, bárbaras y dignas de ser extirpadas
Jaume Balmes, filósofo y teólogo catalán (1810 - 1848).

Soy absolutamente contrario a las corridas de toros, que son espectáculo abominable cuya crueldad imbécil es, para la multitud, una educación de sangre y lodo.
Émile Zola, escritor francés (1840 - 1902).

Siempre me han aburrido y repugnado las corridas de toros.
Miguel de Unamuno, escritor español (1864 - 1936).

Si alguien concibe que una carnicería semejante puede servir de soporte a un arte, ya está preparado para admitir que la verdad puede ser extraída mediante la tortura en el sótano de una comisaría; si se admite que la belleza puede surgir de la sangre derramada, aunque ésta se inflija a un animal, es que uno ya tiene justificado en el corazón todo tipo de violencia.

Admito que el toreo sea un arte si a cambio se me concede que el canibalismo es gastronomía.
Manuel Vicent, escritor y articulista español (nac. 1936).

6 comentaris:

Unknown ha dit...

Hi ha alguns comentaris a facebook...

Jackyuss ha dit...

Un poco tendencioso este post. Haces creer al lector que el toreo empez ... Leer másó hace dos días, y encajando la palabra 'nobleza' ayudas a que piense que fue creado por los derechones hace dos semanas. El resto de citas acaban de enfocarnos a tu meta. El toreo no se sabe de cuando viene. No se sabe. Imagino a un tio bajito y peludo con un palo puntiagudo luchando con un toraco. Ese instinto sangriento innato en la raza humana es innegable. Yo, los únicos bichos que mato son moscas y mosquitos, porque molestan. No mato ni a las cucarachas. Me son simpáticas. Los que las aplastan son los mismos que gritan 'toreros hijos de puta'. No hablaré del tema nacionalismos, que también aportaría miga al tema. Los que dicen a los demás qué pueden o no hacer son los que 'me desagradan'. Si yo quiero matar un toro, me lo cargo. Y si a alguien no le gusta, que se quede en su casa. Yo no me meto con lo que él hace. Cada día me gustan más los toros. Gracias a los antitaurinos. Soy anti-antitaurino.

Unknown ha dit...

David, no pretendía hacer ninguna historia seria de nada, nada más hacer ver que oponentes al toreo los ha habido siempre.

El toreo tal como lo entendemos hoy es del siglo XVIII (y no fue creado por la nobleza, sino por el pueblo; la nobleza se oponía), otra cosa es que cosas parecidas al toreo se han hecho desde tiempos immemoriables.

El problema del toreo no es que se mate un animal, el problema es que de la tortura de un animal se hace un espectáculo.

Yo soy firme defensor de la libertad individual, pero no tengo claro que torturar un animal sea una expresión de esa libertad...

Unknown ha dit...

Por cierto me apunto a la cita de Manuel Vicent: "Si alguien concibe que una carnicería semejante puede servir de soporte a un arte, ya está preparado para admitir que la verdad puede ser extraída mediante la tortura en el sótano de una comisaría"

Jackyuss ha dit...

Vale, entonces el fútbol, tal y como lo entendemos hoy en día, se creó hace cien o cincuenta años, o trenta, si contamos el fuera de juego ¿no?
Y sobre las libertades individuales: Yo lo veo como "se juega la vida ante un animal" y no como lo ves tú "tortura a un animal porque quiere".
Simplemente son puntos de vista diferentes. Tu post de hoy, el de las ovejitas, me ha recordado este tema también. Como si todas las ovejitas fueran antitaurinas.

Siento ha dit...

Desde mi punto de vista, existe un grave problema a la hora de definir los límites de qué es torturar a los animales y qué no. Comentáis que el origen del movimiento antitaurino es convertir la muerte de un animal en un espectáculo. Entonces... ¿matar al toro en una plaza vacía ya no sería reprochable? ¿Y cuál es el criterio para decidir qué animales merecen ser más o menos torturados? ¿Es lo mismo un toro que una hormiga? ¿Una hormiga que una ameba? ¿Una ameba que una lechuga? ...

Si, de hecho, existe una delimitación clara, entonces la legislación debería ser capaz de recogerla (por ejemplo, tener un sistema nervioso con tal y cual característica). Pero entonces, no entiendo por qué el hecho de "convertirlo en espectáculo" lo hace más reprochable. ¿El argumento es que sufre el animal? ¿O que ciertas personas lo disfrutan? Si es el sufrimiento, entonces la "espectacularidad" de la muerte es irrelevante (sería igual de cruel que matar para alimentarse). Si el argumento es que la muerte se convierte en espectáculo, no entiendo por qué defender al toro y no a la lechuga.

En resumen, creo que legislar algo como el toreo es realmente complejo, porque los argumentos utilizados (a favor y en contra) suelen estar plagados de falacias porque mezclan premisas y conclusiones que nada tienen que ver. Apelan más al sentimiento que a la razón. ("la sangre me produce náuseas", "el toreo implica sangre", ergo "el toreo es nauseabundo" // "la tradición es buena", "el toreo es tradición", ergo "el toreo es bueno") Por todo ello creo que, en este caso particular, antes que legislar algo tan complejo, debe prevalecer el respeto a las libertades individuales (de las personas). Si quieres matar un toro, mátalo. En tu casa, en una plaza pública, con espada o con florete.

Un saludo.