En 1932, Ibn Saud culminó su larga guerra de conquista de la Meca y Medina, y se proclamó rey y sultán de esas ciudades santas y todo el vasto desierto a su alrededor.
En un acto de humildad, Ibn Saud bautizó a su reino con el nombre de su familia, Arabia Saudí, y en un acto de amnesia entegó el petróleo a la Standard Oil, olvidando así que entre 1917 y 1924 él y su familia habían comido de la mano del imperio británico, según consta en la contabilidad oficial.
Arabia Saudí se convertió en el modelo de democracia en Medio Oriente. Sus cinco mil príncipes demoraron setenta y tres años en organizar las primeras elecciones. En esos comicios, municipales, no participaron los partidos políticos, porque estaban prohibidos. Las mujeres tampoco, porque también estaban prohibidas.
Eduardo Galeano, Espejos
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