Simplificando, los
sistemas electorales parlamentarios se pueden clasificar en dos grandes grupos:
- Los sistemas mayoritarios, en los cuales las circunscripciones electorales son muy pequeñas y hay un solo representante a elegir por cada circunscripción. Generalmente, el candidato con mayor número de votos se lleva el escaño. Los sistemas electorales empleados en EEUU y Reino Unido son de este tipo.
- Los sistemas proporcionales, en los cuales hay varios candidatos a elegir en cada circunscripción y los representantes se eligen de forma más o menos proporcional al número de votos.
Los sistemas mayoritarios tienen la ventaja que el voto va dirigido directamente a un candidato, con nombre y apellidos, que se convierte representante directo del elector, por delante de cualquier adscripción política. Como desventaja evidente, en los sistemas mayoritarios las opciones políticas minoritarias no suelen tener ninguna representación, y en la práctica este tipo de sistemas lleva al bipartidismo.
Por otra parte, en los sistemas proporcionales las composiciones parlamentarias tienden a reflejar de manera mucho más representativa las preferencias de los electores. Como desventaja, los votos son a los partidos antes que a los diputados, que pasan a ser meros representantes de los partidos políticos. También se suele mencionar que la formación de mayorías de gobierno estables es más difícil que en los sistemas mayoritarios.
Hay que decir que se puede demostrar que no pueden existir sistemas electorales perfectos, ni en el caso mayoritario (
teorema de imposibilidad de Arrow) ni en el caso proporcional (
paradoja del reparto). Es por eso que de hecho, dentro de cada grupo existen multitud de sistemas electorales, cada uno con sus inconvenientes y ventajas.
Algunos sistemas intentan aunar las ventajas de ambos métodos, es decir, intentan mantener representaciones proporcionales, asegurando al mismo tiempo que los votos se dirigen a los candidatos y no a los partidos políticos; es el caso del
Voto Personal Transferible.
En cambio, el
sistema electoral español reúne las desventajas de los sistemas mayoritarios y de los proporcionales: los votos van dirigidos a los partidos y no a los candidatos, y aún y así el sistema es básicamente bipartidista en la práctica: los dos grandes partidos (PP y PSOE) salen ampliamente beneficiados en el reparto de escaños a costa de Izquierda Unida y otras opciones minoritarias. (En contra de lo que se suele afirmar,
los partidos nacionalistas no salen beneficiados ni perjudicados.)
Muchas veces se ha dicho que ésto es culpa de la
ley D'Hondt, pero no es del todo cierto: si bien la ley D'Hondt no es estrictamente proporcional, y tiende a favorecer las mayorías, este efecto es pequeño en circunscripciones electorales grandes. La mayor parte de la culpa de la infrarepresentación de las minorías la tienen las circunscripciones electorales excesivamente pequeñas (las provincias). Por ejemplo, en Teruel, al igual que en muchas otras provincias poco pobladas, se eligen sólo tres candidatos, uno para el PP, otro para el PSOE, y otro que en la práctica casi siempre suele ser para el partido más votado de los dos (el PSOE en este caso).
Es evidente que en la elaboración de un sistema electoral intervienen muchos factores ajenos a las matemáticas parlamentarias. El sistema español se ideó con el objetivo declarado de sobrerepresentar a los territorios menos poblados, y con el objetivo menos declarado de
perjudicar al Partido Comunista. (Por tanto, lo que aquí estamos presentando como un problema se vio en su momento como una virtud.)
Uno de las propuestas que se han lanzado últimamente es la de crear una
circunscripción estatal complementaria a las provinciales, lo cual no deja de ser un parche del sistema. Si no se quieren hacer mayores cambios, una modificación mínima que mejoraría la proporcionalidad del sistema es simplemente aumentar el tamaño de las circunscripciones (por ejemplo a nivel de comunidades autónomas).
El sistema electoral español también se aplica a las elecciones autonómicas catalanas, ya que Catalunya no ha desarrollado
aún una ley electoral propia. En este caso la situación es algo menos dramática ya que las circunscripciones electorales son proporcionalmente más grandes.
Todo lo que hemos dicho aquí se aplica al Congreso. El Senado tiene todavía un sistema electoral
más absurdo, en el cual la probabilidad de salir elegido depende de la
primera letra del apellido del candidato... Pero como que igualmente el Senado no sirve para casi nada, lo dejamos para otra ocasión.
Mas información:
Voting systems (Wikipedia),
El maquiavélico sistema electoral español (El País),
Sistemas Electorales